16/11/2024
Llegamos al Sábado, la etapa reina del Fancine, con permiso del martes de cortometrajes, día de máxima afluencia para las diferentes sesiones ofertadas, así como de un mayor número de posibilidades, que no se limitan a la gran pantalla, y que incluyen actividades paralelas, y sesiones matinales que han recogido incluso un largometraje a concurso, tras la reconstrucción de la parrilla provocada por las cancelaciones.
En el Contenedor Cultural de la UMA, tuvo lugar por la mañana una de las citas más esperadas de Fancine, con la celebración del concurso de Kpop, todo un clásico ya del evento, el cual volvió a congregar a un gran número de jóvenes, los cuales acompañaron a los concursantes cantando y reproduciendo las coreografías de sus artistas coreanos favoritos.
Entre las propuestas que aguardaba la cartelera del día también ha estado el pase de ‘El instinto’, la ópera prima del cineasta murciano Juan Albarracín, que, acompañado de la productora Carmen Navacerrada, ha presentado la película dentro de la sección Fantástico Nacional. Después de dirigir cortometrajes y otros trabajos para publicidad, el joven realizador se estrena en el largo con una tensa y claustrofóbica exploración acerca de los límites del miedo, en los que también entran en juego factores como la invasión de la intimidad y la violencia. Javier Pereira y Fernando Cayo asumen el peso de una trama que gira en torno a un arquitecto con agorafobia que, desesperado con sus traumas, se pone en manos de un adiestrador de perros para probar una arriesgada y peligrosa terapia de choque.
Según ha compartido con los espectadores en el encuentro posterior al pase, la película surge de su proyecto fin de grado, inspirado en su propia experiencia poscovid en la que sintió ansiedad tras recobrar la normalidad y volver a la calle.
La tierra natal del director no solo está presente en las localizaciones y el equipo técnico, sino que salta incluso a la banda sonora de la película, que usa la popular canción ‘Los perros’, del grupo Arde Bogotá como melodía de cierre. Después de una gira intensa por el circuito de festivales de género, con paradas en Mórbido Fest, Molins, Isla Calavera o el Ramaskrik en Noruega, la película tendrá su estreno en salas en mayo de 2025.
Sumidos en la misma vorágine de ayer, avanzamos por las películas a concurso, dosificando los títulos que como ya sabéis, se repiten en los días posteriores, mientras intentamos no descuidar el resto de secciones, viajando en un puente aéreo desde Finlandia a Inglaterra, para volver finalmente a casa desde los Estados Unidos, y completar así la oferta, al menos hasta el momento, de la mayoría de contenidos de esta edición. Como curiosidad, si ayer encaramos tres títulos con la discapacidad, como parte indivisible de los diferentes relatos de tensión y fantasía, hoy el thriller ha ocupado las cuatro apuestas seleccionadas, con vertientes y enfoques muy variados entre sí, diseñados para cubrir prácticamente todos los gustos dentro del género.
Para hoy domingo, los más pequeños podrán disfrutar de talleres infantiles por la mañana. Bajo el techo del mítico cine Albéniz, llegaran a concurso 'Maldoror', de Fabrize du Welz, un viejo conocido y ganador del Fancine, 'El segundo acto', del incomparable Quentin Dupieux, película que debió inaugurar el Festival el pasado miércoles, o la postapocalíptica 'The End', de las cuales tendréis cumplida reseña en la próxima crónica.
Os dejamos como siempre las vías de contacto, para que no os falte ni un solo detalle o información referente al festival, no olvidéis revisar los cambios en la parrilla, provocados por la dichosa Dana, y disfrutad de la vorágine buena, la fancinera, en el mejor escenario posible.
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- Largometrajes a Concurso:
DEATH IS A PROBLEM FOR THE LIVING
Hay vida en Finlandia más allá del celebérrimo Aki Kaurismäki, uno de los autores más interesantes del cine contemporáneo europeo, de esos que mejor ha sabido radiografiar la situación social y emocional de su país, al tiempo que servía como incuestionable inspiración, para toda una hornada de jóvenes aspirantes dispuestos a llamar la atención lejos de sus fronteras.
Entre esos aspirantes, se encuentra Teemu Nikki, un habitual del cine y la televisión finesa, que para su último trabajo, y a partir de su propio guión original, ha elegido una historia de perdedores, en la que Risto, un conductor de coche fúnebre adicto al juego, entabla una extraña relación de complicidad con su vecino Arto, al que han diagnosticado una extraña enfermedad de ausencia casi total de masa encefálica, juntos, se embarcan en un peculiar negocio de dudosa legalidad.
Como curiosa macedonia de argumentos, entre los problemas conyugales, el relato negro, o los problemas extremos de ludopatía, 'Death is a problem for the living' oscurece su trama en su punto más álgido, donde incluso llega a mostrarse truculenta, y portadora de una tensión genuina en sus escenas más potentes, lo cual le confiere un nivel óptimo de convicción e interés.
Cabe destacar también el esfuerzo de sus protagonistas, un Pekka Strang que da vida a Risto, un sujeto sin apenas rastro de corazón, y Jan Virman en el papel de un Arto, al que no parece quedarle demasiado cerebro, ambos suponen uno de los puntos más positivos de 'Peluri - kuolema on elävien ongelma', el título original de un film, que a veces se revela como una buddy movie algo disfuncional, mientras intenta sujetar su parte emocional con el resto de personajes, los cuales se muestran algo más fríos y distantes en su caracterización.
Coproducción entre Finlandia e Italia, aunque íntegramente rodada en el país escandinavo, salta a la vista por su aspecto formal, que se trata de un trabajo de corte independiente, sin grandes alardes en los apartados técnicos, pero que si aprovecha dicha circunstancia, para volar libre hacia un espacio de mayor autenticidad, gran parte del mérito sin duda, pertenece al empeño de Nikki tras la cámara, por resultar más relevante que los propios recursos al alcance de la cinta.
Finalmente, 'Death is a problem for the living', es una película curiosa, exótica en los rudos contrastes, bien realizada e interpretada, y con esa vocación por resultar original, factores que bien unidos al carácter enérgico y entusiasta de su realizador, configuran una estimable comedia negra, que pese a portar algunas desconexiones, o contener un cuestionable asunto médico, como pieza indivisible del argumento, se las arregla para resultar lo suficientemente atractiva para el respetable.
- Fanzriller:
FOLLOWING
Aunque aún algo lejos de fundarse la iglesia nolanista de exacerbados creyentes, el éxito cinéfilo de Memento (2000), hizo indagar a algunos sobre los orígenes del británico Cristopher Nolan, encontrando una obra anterior que suponía su ópera prima, estrenada en 1998, rodada en formato de 16 mm, y que apenas contaba con 6.000 dólares de presupuesto.
Un intenso film de intriga, que mezcla varios géneros hasta alcanzar ese tono Neo-noir, tan característico de su primera etapa con realizador, y en la que un escritor en paro, necesitado de inspiración, comienza a seguir a desconocidos por las calles, hasta que se encuentra con un individuo decidido y carismático, que le va a proponer un estimulante juego al margen de la ley.
Pese a lo limitado de los recursos de los que Following hace gala, lo que resulta tan positivo en la cinta, es lo impropio que resulta un nivel de calidad tan óptimo, tratándose de un trabajo amateur, no debe ser casualidad que ese mismo año, 1998, el norteamericano Darren Aronofsky se presentara también, al otro lado del charco, en el largometraje con 'Pi, fe en el caos', un trabajo con el que Following guarda bastantes similitudes, y que conecta el talento generacional de ambos cineastas.
Cámara al hombro, y con un equipo técnico al mínimo, Nolan se ocupa de todas las facetas de la producción, haciendo hincapié especialmente en la fotografía B/N, a la cual imbuye de una mayor tosquedad, sobre todo en los espacios cerrados, los cuales se muestran extremadamente opresivos, muy propios del cine negro europeo de finales de los cincuenta, tan sujeto a las nuevas corrientes de libertad cinematográfica, que especialmente en Francia con la Nouvelle vague, pero también en Reino Unido, con el Free Cinema británico, acabaron por configurar y condicionar al género, exigiéndole un mayor grado de compromiso y autenticidad.
Rodado durante algunos fines de semana, recurriendo a familiares y amigos, entre los que se encuentra el padre del propio realizador, también se percibe un esfuerzo cómplice en el trabajo con los actores, a los cuales el realizador exprime al máximo, dentro de las evidentes limitaciones interpretativas del trio protagonista, de entre los que destaca Alex Haw, curiosamente, el único que no ha tenido una posterior carrera profesional.
Finalmente, y tras algo más de dos décadas, en las que Cristopher Nolan se ha convertido en todo un referente, como uno de los mejores y más indiscutibles talentos del cine moderno, resulta interesante echar la vista atrás, y asistir a su debút como cineasta, un trabajo ambicioso, que lucha de manera solemne y creativa contra su más que evidente escasez de recursos, y que pese a mostrarse desfragmentada, algo que puede generar cierta confusión, hace gala de un peculiar estilo narrativo, que la conecta como un antecedente en toda regla de Memento, lo que convierte a Following en un valioso documento, que no sólo debería estar reservado para los creyentes de tan particular culto nolanista, pese a que posiblemente, serán ellos quienes más la idolatren.
- Fanzriller:
MERMELADE
Tras ingresar en prisión por un robo, Baron cuenta a su compañero de celda que todo lo hizo por amor, y que debe fugarse en cuestión de horas, para reunirse con su chica y protegerla.
- Largometrajes a Concurso:
El cine criminal norteamericano, lleva refugiándose bajo el paraguas independiente algo más de treinta años, básicamente desde que el señor Quentin Tarantino estableció las nuevas normas, teñidas de Pulp, a principios de la década de los 90, con un tono enérgico, colorido, verborreico, y en extremo dinámico, que supo conectar con el público gracias a sus giros sorpresa, y el magistral uso de las secuencias de gran impacto.
Con una vocación similar, el debut en la dirección de Keir O'Donell, a partir de su propio guión original, supone una nueva revisión de género, desde un punto de vista menos agresivo, algo ingenuo incluso, pero con la misma vocación estética, y ese afán por plasmar su relato de la forma más intensa posible, recurriendo al amor, un elemento poco habitual para este tipo de cine, como motor de una historia sujeta desde cierto punto de inflexión producido en el nudo, a los continuos vaivenes argumentales
En el aspecto más positivo, hay que señalar que tanto Joe Keery, que da vida a Baron, como Camila Morrone, la Mermelade del título, destilan una enorme química y hacen bastante creíbles a sus personajes, bien secundado por Aldis Hodge, el compañero de celda y receptor del relato, los tres componen con esfuerzo, uno de los pilares irrenunciables del cine criminal, el tener actores implicados con el material para hacerlo creíble.
En los apartados técnicos, destaca esa intención de O'Donell y su equipo, por ejecutar ese particular ejercicio de estilo, al que aspira todo realizador novel, con el mayor brío posible, es cierto que se recrea demasiado en la parte romántica entre sus protagonistas, incluso descuidado esa nueva relación de complicidad que se crea entre rejas, la cual desaparece puntualmente, haciendo al tránsito de la primera mitad algo reiterativo y superfluo, aspectos que remontan una vez comienzan a colocarse las cartas sobre la mesa, y el ánimo por el desenlace, con su torrente incesante de giros sorpresa, vuelve a reclamar la atención del espectador.
Finalmente, esta curiosa mezcolanza de géneros, entre la comedia, o el policíaco de atraco a bancos, intenta dinamizar algunos discursos clásicos, como el de la típica mujer fatal, tan propia del cine negro, tiene incluso su conclusión moral, que permite tanto al respetable, como a alguno de los personajes, decidir si el fin justifica los medios, y pese a que no todas sus decisiones puedan ser pasadas por alto, por rozar a veces lo inverosímil, o que le falte algo más de agresividad, para no ser tan blanda en el aspecto criminal, Mermelade se resuelve como un interesante debut, tan memo como encantador.
- Largometrajes a Concurso:
UNA BALLENA
El sexto largometraje como realizador de Pablo Hernando, a partir de su propio guión original, se envuelve del mismo manto de magnetismo visual, para contar la historia de una asesina a sueldo letal, capaz de no dejar ningún tipo de rastro al cumplir sus encargos, y que pronto se verá atrapada entre dos viejos amigos contrabandistas, ahora rivales, que se disputan el control del puerto.
Conviene acercarse a La Ballena prevenidos por un ritmo lento, que además añade una serie de imágenes lisérgicas, para configurar el extraño origen de su protagonista, a la cual da vida Ingrid García Jonsson, como una especie de Scarlett Johansson patria, pero cambiando lo marciano que planteaba el film de Glazer por lo criminal, aunque se mantenga el carácter sobrenatural en ambos especímenes.
De lo que si puede presumir el film, es de contar con Ramón Barea entre sus filas, dando vida a uno de esos viejos contrabandistas, al cual conocen por el apodo de Melville, el punto donde La Ballena adquiere tono de relato marinero, básicamente porque de Herman Melville todo el mundo conoce Moby Dick, pero en realidad escribió más relatos del mismo tema y estilo, no en vano sirvieron para inspiración para la reciente 'El Faro' en 2019, con la que curiosamente ésta ballena también comparte cierto tono Lovecraftiano, insertado en su esqueleto estético y narrativo.
En los apartados técnicos, destaca un muy adecuado trabajo de fotografía, y una puesta en escena igualmente acorde con lo que el film plantea, con especial atención para esas imágenes de profundidad en el vacío, que indudablemente, componen el mayor hallazgo de un film, que a veces sí echa algo de menos el tener un mínimo de banda sonora, para no rozar el tedio con los dedos en algunos de sus pasajes.
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