Crítica a 'Furiosa: De La Saga Mad Max', George Miller fabrica, con enorme virtuosismo, otro lustroso vehículo de acción y fantasía'. ¡Sed Testigos!


 


Con algo más de cuatro décadas de carrera, el australiano George Miller se ha convertido, por derecho propio, en uno de los referentes del espectro post apocalíptico en el Séptimo Arte, gracias a su enorme talento visionario, que     extiende sus tentáculos incluso más allá del celuloide, incrustando su mensaje, sobre innumerables manifestaciones creativas de la cultura popular contemporánea.


Tras el éxito abrumador de Fury Road en 2015, La franquicia Mad Max tenía dos opciones, continuar con las aventuras por el yermo devastado del Señor Rockatansky, o volver la mirada hacia Imperator Furiosa, esa heroína que en gran parte, se robaba el protagonismo de la cinta, entre lo enérgico y lo emocional de una odisea imposible, y justo porque esa huida empatizaba enormemente con el respetable, la segunda opción, que era volver la mirada hacia ella, y contar su historia desde el origen, por mucho que eso suponga un viraje extremo dentro del corazón de la propia saga, es justo lo que Miller y su guionista Nick Lathouris han decidido para ésta quinta entrega.


Como le decía Homer a Mel Gibson, en uno de los capítulos más míticos de Los Simpsons, a todo el mundo le gustan las precuelas, a lo que el actor respondía con un cortante 'A mi no', y esto supone sin duda un handicap para casi cualquier producción, porque si la cuestión es si Furiosa es mejor que Fury Road, pues la respuesta es que no, pero la buena noticia, es que caminar por la senda del cine de aventuras explosivo, rodado con tan evidente virtuosismo, protege mucho al film de la amenaza de lo reiterativo.


Es así, como las máquinas oxidadas y prefabricadas de desguace, el pestazo a gasolina quemada, la abrasadora arena del desierto, y esa sensación de constante peligro expuesta a la máxima velocidad, vuelve a inyectar ese chute de adrenalina al respetable de forma constante y genuina, con un imaginario visual tan rico, que la falta de argumento o el desarrollo de personajes, acaba en parte engullido, por el potente engranaje mecánico que porta tan lustroso vehículo de fantasía.


La transición entre Charlize Theron, que indudablemente dejó el listón muy alto, y Anya Taylor-Joy, una de las promesas más incuestionables del cine actual, se realiza sin excesivos traumas a merced del mencionado formato, y potenciando el carácter de una Furiosa, que pasa ahora a formar parte de esa ilustre galería de heroínas de acción, mientras ese esquizoide auriga de la fatalidad que es Dementus, interpretado por Chris Hemsworth en un papel a su medida, con el cual consigue esquivar sus evidentes limitaciones como actor, hace el resto para que la parte interpretativa no chirríe en exceso, al menos en sus principales perfiles.


En los apartados técnicos, destacan de nuevo un montaje brillante, combinado con un gran trabajo de sonido y de fotografía, y sobre todo, la banda sonora de Junkie XL, factores indispensables para propagar ese entusiasmo del que hace gala la cinta, que pese a mostrar un mayor uso del CGI que su antecesora, comparte en el buen sentido, una más que evidente conexión con su hermana mayor, a la que une bastante más que simple carrocería.


Finalmente, George Miller vuelve a profetizar, como destacado jinete de la tormenta, esa bendita anarquía, que quizá acabe por ser una triste realidad, sobre todo si tenemos en cuenta la propia naturaleza humana, algo de mensaje queda, a pesar de que el espectáculo se imponga, y de que manera, Furiosa vuelve a ser un aviso a Hollywood, de como debe tratarse un género que necesita mucho cariño artesanal para resultar relevante, en ese punto, el realizador australiano se posiciona en las antípodas de La Meca del Cine, y a sus casi ochenta primaveras, parece gritarle con cierta efusividad, esa frase que ya es una marca de estilo, y a la que deberían atender con la misma pasión y entrega:


¡Sed Testigos!.





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