12/11/23
Encaramos el domingo centrados aún en las películas a concurso, de viaje a Francia, y a Serbia y Croacia, cada vez queda menos para elegir la que pensamos, debería ser la ganadora del premio 'Gato Rabioso' que otorga la prensa, mientras no dejamos tampoco de votar como público, en esa búsqueda por intentar hacer pleno, con la mirada ya inquieta de tener los cortometrajes a la vuelta de la esquina, los cuales también habrá que seleccionar de cara a los galardones.
Vamos añadiendo algún títulos que se quedaron en el cajón de sastre, aprovechando que volverán a tener un segundo pase, en ese completismo que nos lleva a cubrir aproximadamente un tercio de las películas exhibidas.
En lo personal, tantas películas comienzan a pasar algo de factura, es un cansancio asumible, las prisas, las carreras, el dormir poco, todo forma parte de esos benditos nueve días de pasión fancinera, en los que no debemos levantar mucho la voz, porque solo con imaginarnos el enorme trabajo que tienen los miembros de la organización, a los que les faltan horas al día para estar pendientes de todos los detalle, los invitados, y las mil cosas que surgen cada jornada, solo podemos decir gracias, y animarles a echar el resto tras alcanzar el meridiano del evento.
Para hoy lunes, se completan las películas a concurso con las dos ultimas propuestas de esta 33 edición, la surcoreana 'Concrete Utopia', y la española 'La Espera', cierran un cartel de calidad hasta la fecha, con la igualdad como tónica general entre las seleccionadas, algo que pone muy difícil escoger a una clara ganadora en los diferentes galardones.
Dentro del espacio 'El Fantástico Nacional', el director Caye Casas presentará, con todo el papel vendido desde hace ya algunos días, 'La mesita del comedor', uno de los títulos más esperados de éste Fancine, del que daremos buena cuenta en la próxima crónica.
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- Largometrajes a Concurso:
SALEM
El crisol cultural francés, ha determinado el futuro del cine criminal contemporáneo en el país vecino, dotándolo de un destacado nervio urbano, donde igualmente se aprovecha ese espacio degradado de los barrios de la periferia, escenario ideal donde poder endurecer la exposición de los diferentes relatos.
Cuando Camilla descubre que está embarazada de su novio Djibril, sabe que su mundo va a ponerse en peligro, ambos pertenecen a familias rivales, en barrios anexos de la periferia marsellesa, y su relación, mantenida en secreto hasta entonces, debe ser ahora expuesta con todas las consecuencias.
De inicio, 'Salem' es un Romeo y Julieta marginal en toda regla, las diferentes razas y culturas que componen a los grillos y los saltamontes en su rivalidad, sirven para vestir al film con notoria credibilidad, mientras el buen pulso del guionista y director Jean-Bernard Marlin, hacen el resto, en un trabajo beneficiado por un adecuado tono técnico, en el que destaca la sonoridad atronadora de los disparos a bocajarro.
Un film dividido en tres episodios, aunque el último es apenas un breve epílogo, en el que asistimos del paso de la adolescencia, al periodo adulto de sus protagonistas, con diferentes actores dando vida a los mismos, bastante mejores en la etapa juvenil, justo antes de que la parte de fantasía se apodere de la historia en su segunda mitad, alejando en parte el deseado espectro criminal.
Pese a ser menos interesante, el carácter agresivo que porta el film, hace que su aspecto místico, muy tendente a la más pura religiosidad, no desentone tanto como quizá lo hubiera hecho, de estar expuesta en un marco menos robusto, a lo cual ayuda el destino de unos personajes expuestos en todo momento, a que la mínima decisión errónea les condene a ser ejecutados.
Finalmente, este curioso híbrido de tendencias, llama la atención por su originalidad, no es fácil encontrar un producto que mezcle géneros tan concretos, y sepa salir airoso con meridiana convicción y entereza, puede que 'Salem' no sea un trabajo redondo, pero al menos hay que reconocer a sus implicados, el compromiso con un material tan complejo.
- Largometrajes a Concurso:
THE UNCLE
Cuando llegue el tío de Alemania en su flamante Mercedes, su hermano, cabeza de familia, junto a su mujer, cuñada de aquel, y su único sobrino, pero igualmente favorito, deben estar preparados para recibirle para celebrar la Nochebuena perfecta.
Portando bandera serbocroata, 'The Uncle' supone el debut en la dirección de David Kapac y Andrija Mardesic, a partir de su propio guión original, un trabajo escondido como un drama familiar, que pronto transforma su relato a comedia negra, con algunas notas de horror, que sin poseer ningún componente fantástico, se las arregla para golpear bajo al espectador con su peculiar planteamiento.
Rodada básicamente en un único escenario, la casa donde se celebra la Nochebuena a finales de los ochenta, y sin ponerlo nada fácil, no tanto por los detalles, bastante reconocibles, si no más bien por la falta de información sobre el contexto histórico, del que solo se atisban leves pinceladas con comentarios sobre Croacia, cuando es más que evidente lo que estaba a punto de suceder con la desintegración de la extinta Yugoslavia, lo que hace pensar que las metáforas políticas a tan celebre momento, hayan quedado disfrazadas de cierto costumbrismo, siendo casi exclusivamente reconocibles por su público más autóctono.
Igualmente, por su metraje planea la sombra de 'Funny Games' (1997), ese endiosado engendro, del no menos sobrevalorado Michael Haneke, cáncer infeccioso del cine europeo, y a la que hay que reconocer que 'The Uncle' debe cierta forma y contenido, aunque por suerte, sin el mismo ego inflado de absoluta pretenciosidad, que suele acompañar al cine del ínclito director austriaco, y que tanto Kapac como Mardesic saben modular con mejor capacidad de exposición, sin caer en interminables y tediosos planos fijos.
Del reparto, destacar la enorme implicación del reparto, compuesto apenas por cinco actores, y donde Predag 'Miki' Manojlovic, el tío que da nombre a la película, consigue ese punto entre entrañable y despiadado, sin el que la cinta no hubiera podido resultar convincente, bien acompañado por una Ivana Roscic en continua tensión, con algún momento interpretativo verdaderamente aterrador, en ese tránsito personal al borde de la locura, por puro estrés familiar.
Para terminar, 'The Uncle' es una ópera prima feroz y prometedora, de esos trabajos cinéfilos que gusta saborear, por mucho que sobren algunas reiteraciones en la eterna celebración navideña, o que no sepa cerrar unos minutos antes, justo cuando ha conseguido su objetivo final con éxito, factores que tampoco empañan en demasía un film con clara vocación para la sorpresa.
- Horror Zone:
BLOOD
El cine de terror independiente, siempre ha sido un refugio para actores que de algún modo, no lograron alcanzar el máximo estatus de estrella, relegados casi siempre en el otoño de su carrera, a reinventarse en formatos que por otro lado, resultan generalmente más libres, lo que les permite de algún modo explorar nuevas formas interpretativas.
La norteamericana Michelle Monaghan, tuvo su momento breve como candidata a novia de América, si bien nunca pudo abandonar su rol como actriz de reparto, y en los papeles que podía lucir mejor como protagonista, buscaba una mirada más firme y severa que la mayoría de compañeras de generación, lo que de algún modo acabó por alejarla del Hollywood de consumo, llevando su carácter a títulos como 'Blood', en el que interpreta a una madre con dos hijos menores recién separada, que tras mudarse a la antigua granja familiar donde creció, debe hacer frente a una extraña infección del hijo varón, tras ser mordido por un perro.
Tras la cámara, un Brad Anderson responsable de títulos estimables como 'Session 9' (2001), o 'El Maquinista' (2004), que tras un periplo posterior más bien televisivo, al servicio de series de gran prestigio, vuelve a su terreno para hacerse cargo de una historia sobre adicciones, de cierto tono vampírico, a la cual hay que agradecer su naturaleza fúnebre, tanto en el argumento como en la forma estética, sujeta apenas a un par de escenarios, y con unos exteriores yermos, que ayudan a solidificar el tono expositivamente sombrío del que hace gala el film.
Como punto a favor, los personajes tampoco resultan nada condescendientes, la disfuncionalidad familiar deja lugar incluso para sobrepasar algunos umbrales de tolerancia, algo que se incrementa mientras la cinta asume otras vías de tensión, bastante más de género que la propia idea original, configurando esa antipatía poco habitual en el cine norteamericano, la cual se extiende, al mismo tiempo que la infección, por todos los personajes.
En el aspecto negativo, el tratamiento de esa maldad no resulta tan adecuado como el resto de decisiones, bien parece que aluda a cierto concepto kármico, debido al pasado como adicta de la protagonista, con el cual se traza un arco narrativo más bien convencional, que por suerte no afecta a su desenlace, bastante más convincente de lo que suelen acostumbrar este tipo de producciones.
Acompañan a Monaghan en el reparto, unos niños que no desentonan en exceso, que para el resto ya se encarga el maquillaje, y ese cordón sanitario donde se permite experimentar con alguna secuencia realmente incomoda, y un Skeet Ulrich también reciclado, al que cuesta reconocer en su papel de típico padre americano, y al que ese discreto encanto que proporciona la edad, quizá pueda alejarle de su mediocre espectro juvenil de antaño.
Finalmente, 'Blood' dista mucho de ser un trabajo memorable, pero tampoco desentona en la mesa adecuada, esa donde los acostumbrados consumidores de cine norteamericano de terror indie, encontraran que contiene motivos de interés para justificar su visionado, gracias sobre todo a la capacidad de su realizador, un Brad Anderson todoterreno, que sabe guiar con pulso firme un relato con innegables destellos de inspiración.
BLOOD
El cine de terror independiente, siempre ha sido un refugio para actores que de algún modo, no lograron alcanzar el máximo estatus de estrella, relegados casi siempre en el otoño de su carrera, a reinventarse en formatos que por otro lado, resultan generalmente más libres, lo que les permite de algún modo explorar nuevas formas interpretativas.
La norteamericana Michelle Monaghan, tuvo su momento breve como candidata a novia de América, si bien nunca pudo abandonar su rol como actriz de reparto, y en los papeles que podía lucir mejor como protagonista, buscaba una mirada más firme y severa que la mayoría de compañeras de generación, lo que de algún modo acabó por alejarla del Hollywood de consumo, llevando su carácter a títulos como 'Blood', en el que interpreta a una madre con dos hijos menores recién separada, que tras mudarse a la antigua granja familiar donde creció, debe hacer frente a una extraña infección del hijo varón, tras ser mordido por un perro.
Tras la cámara, un Brad Anderson responsable de títulos estimables como 'Session 9' (2001), o 'El Maquinista' (2004), que tras un periplo posterior más bien televisivo, al servicio de series de gran prestigio, vuelve a su terreno para hacerse cargo de una historia sobre adicciones, de cierto tono vampírico, a la cual hay que agradecer su naturaleza fúnebre, tanto en el argumento como en la forma estética, sujeta apenas a un par de escenarios, y con unos exteriores yermos, que ayudan a solidificar el tono expositivamente sombrío del que hace gala el film.
Como punto a favor, los personajes tampoco resultan nada condescendientes, la disfuncionalidad familiar deja lugar incluso para sobrepasar algunos umbrales de tolerancia, algo que se incrementa mientras la cinta asume otras vías de tensión, bastante más de género que la propia idea original, configurando esa antipatía poco habitual en el cine norteamericano, la cual se extiende, al mismo tiempo que la infección, por todos los personajes.
En el aspecto negativo, el tratamiento de esa maldad no resulta tan adecuado como el resto de decisiones, bien parece que aluda a cierto concepto kármico, debido al pasado como adicta de la protagonista, con el cual se traza un arco narrativo más bien convencional, que por suerte no afecta a su desenlace, bastante más convincente de lo que suelen acostumbrar este tipo de producciones.
Acompañan a Monaghan en el reparto, unos niños que no desentonan en exceso, que para el resto ya se encarga el maquillaje, y ese cordón sanitario donde se permite experimentar con alguna secuencia realmente incomoda, y un Skeet Ulrich también reciclado, al que cuesta reconocer en su papel de típico padre americano, y al que ese discreto encanto que proporciona la edad, quizá pueda alejarle de su mediocre espectro juvenil de antaño.
Finalmente, 'Blood' dista mucho de ser un trabajo memorable, pero tampoco desentona en la mesa adecuada, esa donde los acostumbrados consumidores de cine norteamericano de terror indie, encontraran que contiene motivos de interés para justificar su visionado, gracias sobre todo a la capacidad de su realizador, un Brad Anderson todoterreno, que sabe guiar con pulso firme un relato con innegables destellos de inspiración.
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