09/11/23
Normalmente el jueves de Fancine suele ser un día de tránsito entre la inauguración, y la llegada del fin de semana, pero hay que señalar, que para ésta 33 edición, el segundo día ha venido cargado de títulos realmente potentes, con especial atención a la última ganadora a mejor película del Festival de Sitges, la argentina 'Cuando acecha la maldad', en un pase único que ha supuesto un lleno absoluto, con todo el papel vendido desde hace ya algunos días.
Intentamos como siempre entrar de lleno en todas las secciones, sin abandonar nunca la responsabilidad de visionar todas las películas a concurso, que como parte de la prensa acreditada, tenemos la obligación de votar finalmente la que consideremos mejor, para el Premio Gato Rabioso que otorgan los medios.
De las películas vistas en este jueves de pasión fancinera, y atendiendo a la temática Home Invasion, en parte bastante deudora del Fanzriller, dos son los títulos con los que hemos completado la oferta del día, primero con 'La Bala de Dios', de Nick Cassavetes, y más tarde, tras disfrutar del más puro horror que ofrece la mencionada cinta de Demián Rugna, con el estreno nacional, en el marco del Fancine, de la británica 'Little Bone Lodge', que además participa entre las seleccionadas a concurso.
Para hoy viernes, se producirá el primer encuentro con los directores, con el pase del Fanzriller 'No One and Nothing', al tiempo que se proyectan hasta tres películas a concurso, de la animada 'Mars Express' (segundo y último pase), a 'La Chimera', pasando por 'Sleep', las cuales, unidas a la Informativa con 'Hood Witch', y 'Vampira humanista busca consentimiento suicida', los otros Fanzrillers de 'Head Count', 'Raging Grace' y 'Perdidos en la noche', así como 'Double Blind', perteneciente a la Horror Zone, componen la oferta de la jornada.
Os dejamos como siempre las vías de contacto, para que no os falte ni un solo detalle o información referente al festival.
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- Fanzriller:
LA BALA DE DIOS
Si algo ha debido respirar intensamente Nick Cassavetes desde su más tierna infancia, eso es sin duda cinefilia por los cuatro costados, teniendo en cuenta el grado ilustre de sus progenitores, su madre Gena Rowlands, una de esas actrices indiscutibles del cine norteamericano contemporáneo, su padre, John Cassavetes, un actor que encajaba como un guante en el perfil sinvergüenza, junto antes de convertirse, junto con su esposa, en uno de los pioneros del cine independiente estadounidense, con títulos como 'Una mujer bajo la influencia' (1974), donde ambos fueron nominados al Oscar a mejor director, y mejor actriz, respectivamente.
Bastante más alejado de ese espectro indie, Nick Cassavetes explora, en su décimo trabajo tras la cámara, y a partir de su propio guión adaptado, una historia supuestamente basada en hechos reales, en la que un agente de policía, deberá infiltrarse en una secta, que ha secuestrado a su hija, contando con la única ayuda de una de los miembros, que abandonó la misma anteriormente.
Con un comienzo sumamente prometedor, que conjuga el cine criminal de mayor impacto, con enorme agresividad y sin apenas concesiones, a través del mundo de las bandas sectarias en un entorno fronterizo, 'La Bala de Dios' es de esas películas que se van desmoronando de forma alarmante, a medida que intenta mantener un tono, que por la naturaleza de la historia y su exposición solo tenía dos opciones, o bien ser más sobria y por tanto limitar los excesos, o bien abrazar un estilo más de Serie B, o incluso Grindhouse, que en cualquier caso la alejara de ese aspecto Inverosímil que acaba abrazando de manera pavorosa.
Si a esto se añaden unos diálogos en muchos casos lamentables, y escenas realmente pasadas de vuelta, cabe lamentar, señalando nuevamente que la estética y el tono daban para mucho más, teniendo en cuenta lo realmente inquietantes que resultan, al menos de inicio, ese grupo de sectarios marginales, que el realizador haya tenido tan poco pulso para mantener una inercia, que requería bastante más que resolverlo todo a trallazo limpio, en una especie de orgía de sangre desmedida, tan vistosa como vacía de credibilidad.
Del reparto, entre ese padre coraje que interpreta Nikolaj Coster-Waldau con bastante desgana, y lo corto que se queda el papel de un inquietante Jamie Foxx, con ese vitiligo obrado por obra y gracia del maquillaje, queda destacar a esa joven reina de la Serie B llamada Maika Monroe, la única de los intérpretes verdaderamente entregada a ese papel de suicide girl sumamente complejo, del que sale bastante airosa, pese a las paridas que se ve obligada a decir en algunos momentos, y la enorme falta de profundidad emocional de la que hace gala la cinta, la cual se extiende igualmente entre sus diferentes personajes.
Finalmente, parece que la filmografía de Nick Cassavetes no va a ser recordada a este paso con especial estima, solo hay que echarle un vistazo para descubrir, que a la torpeza general de una serie de títulos más bien olvidables, se une ésta última bala en forma de thriller criminal, tan exageradamente violento que resulta hasta ridículo, y que para colmo, desaprovecha el enorme potencial a su alcance, poniendo de manifiesto esa preocupante incompetencia, tan habitual por desgracia en el cine made in Hollywood.
- Horror Zone:
CUANDO ACECHA LA MALDAD
Si existe un estado con intolerables niveles de crispación política y social, ese es sin duda Argentina, una nación orgullosa, que lleva décadas sufriendo la incompetencia y la mezquindad de sus gobernantes, el caldo de cultivo perfecto para generar una enorme frustración, bien expresada en la cultura, y en concreto, en una cinematografía siempre tendente a denunciar con acierto, ya sea de forma más o menos evidente, la particular situación que se vive en el segundo país con mayor extensión de Sudamérica.
Tras el éxito de 'Aterrados' (2017), su ópera prima, Demián Rugna sube la apuesta, a partir de su propio guión original, para arrojarnos al vacío de una historia sobre la maldad pura, concepto incluido en el propio título del film, localizado en una zona rural apartada, y manifestado en diversas posesiones de humanos y animales, donde dos hermanos van a comenzar su particular infierno, junto al resto de miembros de su comunidad, por intentar frenar la calamidad que se cierne sobre ellos.
Con un estilo seco y terriblemente descorazonador, 'Cuando acecha la maldad' es ante todo un film de género, de esos que deja pocas concesiones, como huida frenética hacia ningún lugar, con sus protagonistas sujetos a un horror que les supera, y al cual pueden hacer frente con apenas una débil resistencia, lo que intensifica con gran habilidad el desconcierto general del espectador.
Otro de los factores positivos del film, es que Rugna sabe golpear con lo escatológico y lo sangriento, haciendo más contundente su mensaje, aprovecha muy bien la implicación de los actores, incluso de los más pequeños, para vapulear al respetable mientras tortura a toda una galería de personajes bien diseñados para sufrir.
Bajo el espectro de esa maldad infecciosa, se expone la incomunicación, como una de las mayores calamidades de las sociedades contemporáneas, incapaces de mostrar un frente común ante la tragedia, y mucho menos escuchar lo que incluso alguien versado en la materia tenga que decir, lo que supone quizá el principal hallazgo de un film, que aún conteniendo alguna desconexión de algún pasaje central menos inspirado, consigue mantener el tono general con notable capacidad.
De los apartados técnicos, destaca un montaje tenso y especialmente inspirado en sus pasajes más vertiginosos, necesario para generar esa inquietud de la que hace gala la cinta, dentro de un trabajo general adecuado, que también contiene esos acordes musicales plenos de tensión, tan habituales para este tipo de propuestas.
Finalmente, 'Cuando acecha la maldad' confirma a Demián Rugna como poeta argentino de la calamidad, es innegable que su mirada está deformada por el terror convulso que genera su propia nación, todo un ejemplo de polarización que por otra parte, comienza a ser la tónica general en el resto del planeta, lo que hace fácilmente comprensible su discurso más allá de sus fronteras, mientras construye ese relato muy cercano a lo extremo, el cual no llega a abrazar plenamente por el componente sobrenatural, pero cuya vocación por participar con enorme contundencia en el género, arrastrará sin duda a toda una legión de seguidores, hasta seguramente alcanzar esa codiciada etiqueta de culto.
Si existe un estado con intolerables niveles de crispación política y social, ese es sin duda Argentina, una nación orgullosa, que lleva décadas sufriendo la incompetencia y la mezquindad de sus gobernantes, el caldo de cultivo perfecto para generar una enorme frustración, bien expresada en la cultura, y en concreto, en una cinematografía siempre tendente a denunciar con acierto, ya sea de forma más o menos evidente, la particular situación que se vive en el segundo país con mayor extensión de Sudamérica.
Tras el éxito de 'Aterrados' (2017), su ópera prima, Demián Rugna sube la apuesta, a partir de su propio guión original, para arrojarnos al vacío de una historia sobre la maldad pura, concepto incluido en el propio título del film, localizado en una zona rural apartada, y manifestado en diversas posesiones de humanos y animales, donde dos hermanos van a comenzar su particular infierno, junto al resto de miembros de su comunidad, por intentar frenar la calamidad que se cierne sobre ellos.
Con un estilo seco y terriblemente descorazonador, 'Cuando acecha la maldad' es ante todo un film de género, de esos que deja pocas concesiones, como huida frenética hacia ningún lugar, con sus protagonistas sujetos a un horror que les supera, y al cual pueden hacer frente con apenas una débil resistencia, lo que intensifica con gran habilidad el desconcierto general del espectador.
Otro de los factores positivos del film, es que Rugna sabe golpear con lo escatológico y lo sangriento, haciendo más contundente su mensaje, aprovecha muy bien la implicación de los actores, incluso de los más pequeños, para vapulear al respetable mientras tortura a toda una galería de personajes bien diseñados para sufrir.
Bajo el espectro de esa maldad infecciosa, se expone la incomunicación, como una de las mayores calamidades de las sociedades contemporáneas, incapaces de mostrar un frente común ante la tragedia, y mucho menos escuchar lo que incluso alguien versado en la materia tenga que decir, lo que supone quizá el principal hallazgo de un film, que aún conteniendo alguna desconexión de algún pasaje central menos inspirado, consigue mantener el tono general con notable capacidad.
De los apartados técnicos, destaca un montaje tenso y especialmente inspirado en sus pasajes más vertiginosos, necesario para generar esa inquietud de la que hace gala la cinta, dentro de un trabajo general adecuado, que también contiene esos acordes musicales plenos de tensión, tan habituales para este tipo de propuestas.
Finalmente, 'Cuando acecha la maldad' confirma a Demián Rugna como poeta argentino de la calamidad, es innegable que su mirada está deformada por el terror convulso que genera su propia nación, todo un ejemplo de polarización que por otra parte, comienza a ser la tónica general en el resto del planeta, lo que hace fácilmente comprensible su discurso más allá de sus fronteras, mientras construye ese relato muy cercano a lo extremo, el cual no llega a abrazar plenamente por el componente sobrenatural, pero cuya vocación por participar con enorme contundencia en el género, arrastrará sin duda a toda una legión de seguidores, hasta seguramente alcanzar esa codiciada etiqueta de culto.
- Películas a Concurso:
LITTLE BONE LODGE
De escenarios únicos e invasiones de casas, sabe mucho el thriller de serie b con tintes de terror, un subgénero que ha proliferado en los últimos tiempos, gracias en parte a que el género asume el bajo coste para maximizar beneficios, una vez establecido también ese principio de complicidad con el espectador fiel, que en muchos casos, incluso suele preferir un formato más modesto que de algún modo, proporcione mayor libertad creativa a la producción.
Cuarta película tras la cámara del alemán Matthias Hoene, y primer trabajo con bandera norteamericana, tras firmar sus anteriores trabajos en Francia y Reino Unido, 'Little Bone Lodge' presenta a una familia algo disfuncional, con un padre incapacitado, y una madre posesiva y particularmente obsesionada con que su hija adolescente, la tercera residente de la casa, mantenga las formas, en plena tormenta, van a recibir la visita de dos hermanos que han sufrido un accidente, quedando uno de ellos malherido.
Un film nocturno, desarrollado desde la hora de la cena hasta el amanecer, y que busca esa atmósfera opresiva, tan recurrente entre las cuatro paredes de una vivienda aislada, donde el choque de personalidades, unido a los más que previsibles secretos que portan los distintos personajes, van a poner en peligro la estabilidad y la seguridad de cada uno de ellos.
Es innegable que Hoene consigue la atmósfera que persigue en el film, incluso sabe como plantear el tablero, al menos de inicio, mientras se mantiene ese interés genuino por saber que ocurre realmente con cada perfil, el problema surge cuando se va desmadejando la historia, demasiado enrevesada e incluso inverosímil en alguno de sus giros, lo que resta capacidad al resultado.
A esto hay que sumar, que el realizador no se atreve a meter el dedo en la llaga en los momentos más truculentos, precisamente donde tendría que haberse ganado al consumidor de este tipo de productos, un defecto que intentan contrarrestar con un reparto implicado, en el que destaca la veterana Joely Richardson, y donde se añade la curiosidad de que Neil Linpow, responsable del guión original y productor de la cinta junto a Hoene, ocupa un papel destacado, dando vida a uno de los hermanos invasores.
Para terminar, 'Little Bone Lodge' se presenta como un trabajo más bien fallido, que va perdiendo interés a medida que avanza con sus particulares giros de tuerca, por un exceso desmedido por intentar sorprender todo el tiempo con una premisa, que se prestaba más bien a otro tipo de desenlace, menos intrincado, curiosamente, cuando pasa la tormenta, y se exponen los argumentos finales, parece que la historia haya dejado de portar dicha energía, para abrazar un discurso convencional y poco inspirado.
De escenarios únicos e invasiones de casas, sabe mucho el thriller de serie b con tintes de terror, un subgénero que ha proliferado en los últimos tiempos, gracias en parte a que el género asume el bajo coste para maximizar beneficios, una vez establecido también ese principio de complicidad con el espectador fiel, que en muchos casos, incluso suele preferir un formato más modesto que de algún modo, proporcione mayor libertad creativa a la producción.
Cuarta película tras la cámara del alemán Matthias Hoene, y primer trabajo con bandera norteamericana, tras firmar sus anteriores trabajos en Francia y Reino Unido, 'Little Bone Lodge' presenta a una familia algo disfuncional, con un padre incapacitado, y una madre posesiva y particularmente obsesionada con que su hija adolescente, la tercera residente de la casa, mantenga las formas, en plena tormenta, van a recibir la visita de dos hermanos que han sufrido un accidente, quedando uno de ellos malherido.
Un film nocturno, desarrollado desde la hora de la cena hasta el amanecer, y que busca esa atmósfera opresiva, tan recurrente entre las cuatro paredes de una vivienda aislada, donde el choque de personalidades, unido a los más que previsibles secretos que portan los distintos personajes, van a poner en peligro la estabilidad y la seguridad de cada uno de ellos.
Es innegable que Hoene consigue la atmósfera que persigue en el film, incluso sabe como plantear el tablero, al menos de inicio, mientras se mantiene ese interés genuino por saber que ocurre realmente con cada perfil, el problema surge cuando se va desmadejando la historia, demasiado enrevesada e incluso inverosímil en alguno de sus giros, lo que resta capacidad al resultado.
A esto hay que sumar, que el realizador no se atreve a meter el dedo en la llaga en los momentos más truculentos, precisamente donde tendría que haberse ganado al consumidor de este tipo de productos, un defecto que intentan contrarrestar con un reparto implicado, en el que destaca la veterana Joely Richardson, y donde se añade la curiosidad de que Neil Linpow, responsable del guión original y productor de la cinta junto a Hoene, ocupa un papel destacado, dando vida a uno de los hermanos invasores.
Para terminar, 'Little Bone Lodge' se presenta como un trabajo más bien fallido, que va perdiendo interés a medida que avanza con sus particulares giros de tuerca, por un exceso desmedido por intentar sorprender todo el tiempo con una premisa, que se prestaba más bien a otro tipo de desenlace, menos intrincado, curiosamente, cuando pasa la tormenta, y se exponen los argumentos finales, parece que la historia haya dejado de portar dicha energía, para abrazar un discurso convencional y poco inspirado.
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