Crítica a 'Oppenheimer': Christopher Nolan se vale del Prometeo americano, para mantener intacta la fe en su culto como realizador.

 


Las iglesias de culto cinéfilo a los grandes realizadores, suelen proliferar cada determinado tiempo, para avisar al resto de los mortales de la existencia de un talento destacado, que generalmente, suele estar bastantes pasos por delante de sus coetáneos, protegidos tanto por crítica y público, en esa extraña comunión que solo a veces se produce en el universo fílmico.

En este punto, a Christopher Nolan le apetece mucho seguir la estela de los grandes maestros de la historia del celuloide, y es justo ahí, donde la comparación con Stanley Kubrick parece inevitable, porque si bien 'Interestelar' (2014), se podía considerar el último vértice de la trilogía mas culta de la Ciencia Ficción, compuesta por 'Solaris' (1972), y '2001: Odisea en el Espacio' (1968), la cinta que nos ocupa parece un guiño a otra de las obras mas controvertidas del universo kubrickiano, '¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú' (Dr. Strangelove, or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb'), estrenada en 1964, aún en plena psicosis nuclear, y provista una enorme carga satírica.

Poco de sátira hay en 'Oppenheimer', biopic del padre de la bomba atómica, insertada como espectro del famoso Proyecto Manhattan, acontecido en los prolegómenos de la II Guerra Mundial, y cuyos efectos de destrucción casi sobrenatural, despierta las dudas morales y existenciales, añadiendo carga política a un relato, que establece una estrecha relación entre la ciencia, el gobierno, y los medios de comunicación, definidos por el propio realizador como una alianza profana.

Las constantes de Nolan como autor, tales como el análisis del tiempo, la ambigüedad moral, o ese esfuerzo porque su mensaje llegue al público sin renunciar nunca a lo solemne, se mantienen intactas, mientras se defienden conceptos de física cuántica, con un particular respeto a esa comunidad científica de la época, tan plagada de talentos, configuran al film como un trabajo relevante, que portan las grandes obras dotadas de incuestionable capacidad cinematográfica.

Midiendo con enorme ingenio, la caligrafía narrativa con la visual, el realizador vuelve a contar con un  Ludwig Göransson en estado de gracia, con una partitura adecuada y constante, bien apoyada en una apabullante labor de sonido, y en un trabajo de fotografía de otro habitual, Hoyte van Hoytema, el encargado de prender la llama nuclear en lo visual, esa que cautiva y aterra a partes iguales, mientras deambula con suficiencia técnica entre el glorioso blanco y negro y el color.

Al igual que ocurría en la mencionada Interestellar, Nolan sigue persiguiendo un relato íntimo de los personajes, los cuales dibuja, desde su propio guión adaptado, con enorme sutileza y minuciosidad, apoyado en un reparto complice y muy bien escogido, donde transita una cascada kilométrica de reconocidos actores, en su mayoría desde el plano secundario, pero aportando su granito de arena para que la historia fluya y gane credibilidad, con especial atención a Robert Downey Jr, Matt Damon, y Florence Pugh, impecables es sus respectivos roles.

En la cima, un Cillian Murphy al que se le debía una protagonista de este nivel, resultando bastante justo que como uno de los actores fetiche de Nolan, haya sido el realizador el que le de a su compatriota el salto definitivo a su carrera, en el momento ideal de madurez, para tomar prestada el alma de Oppenheimer, su inteligencia y delicadeza, sin forzar ningún exceso, capturando la mirada contemplativa tan distraída, como centrada hacia la pura genialidad.

Finalmente, los fieles del culto nolanista siguen de enhorabuena, 'Oppenheimer' es de ese tipo de obras que todo cinéfilo debe ver, pese a que sus 180 minutos de duración se puedan hacer bola en algún segmento, su relato es más que pertinente en los tiempos que nos han tocado vivir, donde muchos de los errores del pasado parecen repetirse sin remedio, seguramente por aquello de tropezar mil veces con la misma piedra, mientras el Momento Prometeo, ese pensamiento apocalíptico que según el realizador británico, ha infectado a todas y cada una de las generaciones de la humanidad, toma la forma brillante de absoluta amenaza, un instante cegador, en el que la humanidad tuvo de la verdadera capacidad de acabar consigo misma, algo que cambió el mundo para siempre.







Publicar un comentario

0 Comentarios